En la actualidad a Luis Guardiola le interesa por encima de
todo su óptica personal y privada de las cosas, lo cual le hace posicionarse en
un tipo de existencialismo de carácter urbano y post industrial. Si bien años
antes cultivaba un expresionismo plástico de trazos sígnicos de cierta
robustez, que se emancipaban de una representación referencial como punto de
partida. Sus encuadres de ahora, además del extrañamiento psicológico y cierto
grado de melancolía se refieren a ambientes periféricos muy impregnados de
spleen, quizás la enfermedad cultural del siglo. Su pintura además de ser
voluntariamente testimonial, construida conscientemente, reclama una ética
siempre erosionada por lo inevitable de la condición humana. De ahí que, en
general a pesar de los expresionismo anteriores, ahora sea una pintura discreta
pero con una gran energía interior; más silenciosa y prefiriendo mostrar
rincones, situaciones y ambientes opacos o anónimos, en donde el tiempo y el
extrañamiento psicológico juega un decisivo papel en la cristalización
expresiva del cuadro como estado de ánimo.
Texto para la exposición Artistas
del Aljarafe I:Emergentes y Nuevo Arte. Juan Fernández Lacomba. 2012